La caída del precio del crudo entre 2014 y 2016 anunció el declive del orden económico y geopolítico que había sobrevivido desde el fin de la II Guerra Mundial. Con la extracción de petróleo de esquisto por hidrofractura, EE. UU. se convirtió en el mayor productor de crudo del mundo. Entretanto, la transición energética avanza. El petróleo sigue gobernando el mundo, pero, ¿por cuánto tiempo?
En septiembre de 2012, causó sensación un estudio que auguraba el inminente desplome de los precios del crudo. El autor rebatía la idea dominante, según la cual el precio del crudo seguiría subiendo hasta el famoso “pico petrolero”, el momento en el que se alcanzaría la tasa máxima de extracción de crudo global y los precios se dispararían.
El hecho es que en 2013 se registró una sobreoferta de petróleo y se confirmó la hipótesis de la caída de precios; en sólo dos años, el coste del barril cayó un 70 por ciento. ¿Se trataba únicamente de otro capítulo de la saga del oro negro? Aparentemente, había algo más… Después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos quedó conmocionado por la impresión de que Arabia Saudita podría estar implicada en los atentados. Para liberarse de la dependencia del país del Golfo Pérsico, EE. UU. reajustó su estrategia energética. Ante el encarecimiento del crudo en la primera década del nuevo milenio, EE. UU. relanzó una alternativa aparcada anteriormente debido a su elevado costo: la producción de gas y de petróleo de esquisto mediante hidrofractura. El descubrimiento de nuevos yacimientos de esquisto bituminoso permitió a EE. UU. reducir sus importaciones.
Cuando la oferta de petróleo, de repente, excedió la demanda, cayó el precio del petróleo desatando una feroz competencia entre los mayores países productores. En un intento de romper el poder del mercado estadounidense, Arabia Saudita apostó fuerte: para doblegar a la industria basada en la hidrofractura, inundó el mercado con petróleo. Pero, la estrategia fracasó. El esquisto bituminoso se imponía trastocando el orden petrolífero establecido tras la Segunda Guerra Mundial.
Para aumentar los precios, Arabia Saudita y los demás países de la OPEP no tenían más remedio que bajar la producción y cooperar con Rusia. Una arriesgada estrategia geopolítica. El mercado del petróleo sigue siendo impredecible. Además, la transición energética avanza y la demanda global del oro negro podría bajar más rápido de lo previsto. ¿Es el póker que libran las potencias petroleras el comienzo del fin de la era del crudo?
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