Nuestra sed de energía se duplicará en los próximos 20 años. ¿Qué tecnologías existen para cubrir la creciente sed de electricidad? ¿Tendremos que restringir nuestro consumo? ¿Qué puede aprender Europa de China? ¿O es la descentralización mediante microgrids el futuro de la energía?
El sol es la fuente de energía más potente de nuestra galaxia. Cerca de la ciudad de Ouarzazate, en el desierto marroquí, se está construyendo la planta de energía solar más grande del mundo: el complejo Noor, “luz” en árabe. Se prevé que empiece a operar en 2020 y comprenderá 4 bloques. A pleno rendimiento, Noor suministrará electricidad a un total de 1,3 millones de hogares. Pero, ¿es posible que la energía eólica ofrezca una alternativa aún más prometedora? En todo el mundo se construyen sin descanso parques eólicos para expandir el suministro de esta forma de energía. Sin embargo, ¿salen las cuentas en cuanto a costo y beneficio en la energía del viento? ¿Es rentable la costosa inversión en turbinas eólicas?
La rapidez con que se puede impulsar la transición de las fuentes de energía fósiles a las renovables queda patente en el ejemplo de China. El tremendo crecimiento económico de China en las últimas décadas ha hecho del “Imperio del Medio” el mayor consumidor de energía del mundo. Al mismo tiempo, China es también el mayor productor de energía global. Actualmente asistimos a una verdadera revolución energética. Casi el 20 por ciento de una demanda de energía cada vez mayor está cubierta por tecnologías renovables, y ya hoy, la mayoría de las células solares provienen de China. ¿Qué puede aprender Europa del gigante asiático? Una clave para evitar una posible crisis energética podría ser la “descentralización” a través de las llamadas microgrids. Un apacible pueblo en Allgäu, Suavia, muestra cómo es posible producir ocho veces más electricidad de la que uno mismo necesita.