El genoma determina las enfermedades que portamos como una bomba del tiempo. El genoma es como una mecha que puede arder en cualquier momento. La predisposición al cáncer o al Alzheimer es una especie de legado que no podemos rechazar.
Pero, ¿qué es lo que queremos y podemos saber al respecto, en un momento en que los científicos descubren constantemente nuevos genes de riesgo y las pruebas genéticas son cada vez más comunes y asequibles? ¿Cómo actuamos ante enfermedades que aún no se han manifestado? ¿Y es realmente nula nuestra influencia en este plan predeterminado? ¿Qué y quién dicta cómo viviremos? ¿Genetistas humanos como el profesor Lemke, que busca nuevos genes de riesgo? ¿Cirujanos genéticos como el profesor Buchholz, que es capaz de modificar genes y se propone curar enfermedades hereditarias?
Seguimos las huellas de nuestros genes y conocemos a Jana, cuyo destino parece estar sentenciado por una enfermedad hereditaria rara: su cerebelo se va encogiendo. Los médicos le dan pocas esperanzas, pero Jana demuestra un valor asombroso.
Katrin también es consciente de su destino genético. Tenía 35 años cuando se palpó un tumor en el pecho. Es portadora de una variante genética que aumenta al extremo la probabilidad de sufrir cáncer. Pero Katrin se niega a subordinar su vida a las estadísticas y toma una valerosa decisión.
Stefan, por su parte, todavía ignora su destino genético. Es arquitecto y dona su propio manual de construcción, su ADN, para el mayor estudio de salud en Alemania. Su objetivo es identificar riesgos en nuestro genoma y en nuestra forma de vida antes de enfermarnos. Pero, ¿estos estudios no implican también un riesgo? ¿Tal vez pronto deje de haber personas sanas y haya solo portadores de riesgos? ¿Es eso lo que queremos?
